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Accidentes más comunes en el perro

Accidentes más comunes en el perro

Casi todos hemos tenido alguna vez una o varías experiencias con nuestro perro de ésas que podemos llamar “accidentes”. Habrá situaciones, las menos, en que podáis intervenir y solucionarlas, y otras, casi todas, en las que sea necesaria la visita al veterinario. Evidentemente, la edad del perro influirá en ocasiones en el tipo de accidentes que pueda sufrir y, en otras, éstos se podrán producir de igual manera en un cachorro que en un perro adulto.

Atropellos
Podemos decir que uno de los accidentes más frecuente es el atropello en la vía pública. La causa la encontramos en la insana costumbre de llevar al perro sin la correa reglamentaria. Se piensa que nunca pasará nada, que el perro es obediente, que sabe pararse delante de los semáforos y que tan sólo echará a andar cuando se le dé la orden. Además de que la reglamentación municipal obliga a llevarlos con cadena, se pueden producir circunstancias con las que no se cuenta, como un ruido que asuste al perro, una perra en celo que pasaba por allí, un coche que se salta el semáforo… Por desgracia, la mayoría de las veces este tipo de accidentes provocará la pérdida de nuestro perro. Los traumatismos en este tipo de situaciones suelen ser tan fuertes e intensos que si el coche impacta con la cabeza o con el cuerpo del animal provocará lesiones irreversibles. Si hay “suerte” y el impacto se produce a nivel de extremidades, cabrá la posibilidad de que las lesiones se reduzcan a una o a múltiples fracturas. De cualquier manera, en estos casos se impondrá una rápida visita al veterinario, aún cuando, y a veces ocurre, “milagrosamente” no observemos nada extraño en vuestro perro.

Sueltos en el parque
La ingestión de hierbas en parques y jardines es muy frecuente. El acto de “purgarse”, como solemos llamar a lo que hacen cuando las ingieren, no suele provocar problemas, pero mucho cuidado en las épocas en que se fumiga con insecticidas o se abona. La ingestión de hierba impregnada de alguno de estos productos puede acarrear graves intoxicaciones.
Otra de las situaciones que se deriva de llevar al perro suelto es el de las peleas entre ellos, que en la mayoría de las ocasiones no pasarán de ser pequeños altercados sin graves consecuencias. Aún así, las heridas por mordedura suelen acarrear graves problemas si no son atendidas adecuadamente, dada la gran propensión que tienen a infectarse. Una pequeña dentellada puede acabar convirtiéndose en un absceso en pocas horas que requerirá tratamiento quirúrgico. Especial cuidado deberán tener las mordeduras en zonas próximas a la carótida, yugular y traquea. Lo que debemos hacer siempre es lavarlas con abundante agua, separar bien los bordes, aplicar un antiséptico y trasladar al perro al veterinario. Separar a dos perros enzarzados en una pelea no es nada sencillo, así que, si no somos diestros en estos menesteres lo mejor es que diriman sus diferencias entre ellos. Estas situaciones son especialmente problemáticas si el perro agredido es de una raza pequeña.

Mar y alergias
Resulta divertido lanzar objetos al mar y ver cómo nuestro perro nada y nada hasta que se hace con ellos. En la mayoría de las ocasiones no todo discurrirá con absoluta normalidad. Dado que solemos aprovechar para esta práctica los días de mal tiempo en que no hay gente a la que molestar en las playas, habrá que tener sumo cuidado con determinadas corrientes que pueden hacer imposible el regreso del perro a la orilla, especialmente en las playas del norte de España. Las reacciones alérgicas en forma de urticaria o de angioedema (hinchazón de la cara) se dan con relativa frecuencia. No suelen ser problemas que puedan poner en riesgo la vida del perro, pero a veces pueden afectar a la glotis (especialmente en casos de picaduras de ciertos insectos). Lo más conveniente es acudir al veterinario para que instaure el tratamiento adecuado.

Cuidado a lo que comen
Otro accidente bastante habitual es la ingestión de medicamentos que en un descuido dejamos en un lugar inadecuado. No hay medidas urgentes que vosotros podáis tomar, ya que en ocasiones provocar el vómito puede ser contraproducente. El mejor emético que tenemos a mano en casa es la sal (de una a tres cucharaditas), pero lo recomendable es que llamemos al veterinario y le comuniquemos el nombre del medicamento. Él podrá mirar en el vademécum los efectos secundarios que puede provocar y el antítodo (si es que lo hay) a utilizar. De cualquier modo, en la mayoría de las ocasiones, el perro lo único que habrá hecho habrá sido destrozar el envase y jugar con el. A lo sumo habrá chupado alguna pastilla, pero poco más. Si no tenemos un veterinario cerca, lo aconsejable es efectuar una llamada al Centro Nacional de Toxicología, donde nos podrán informar acerca de lo que podemos hacer en cada caso concreto.

Espigas y calor
Otro visitante habitual que pronto hará su aparición son las espigas. Los paseos por las zonas en las que están presentes pueden provocar su entrada en los oídos, en los espacios interdigitales y, más raramente, en el prepucio. Las sacudidas bruscas de las orejas o el lamido constante de los dedos pueden ser indicativos que vuestro perro necesita una urgente visita al veterinario. Las espigas que han entrado en el canal auditivo deberán ser extraídas por un veterinario, pero una minuciosa revisión de los espacios interdigitales cuando volváis a casa podrá servir para que esas espigas no entren más adentro de donde deben y tengan que ser sacadas con una apertura mediante bisturí. Debemos abrir bien los dedos para visualizarlas y quizás podamos sacarlas con unas pequeñas pinzas.
El golpe de calor es un problema que se presenta con relativa frecuencia en los meses calurosos, cuando dejamos a nuestro perro en el coche mientras estiramos las piernas o tomamos algo en un bar. Unos pocos minutos sometido al calor del horno que supone un coche al sol puede provocar daños fisiológicos irreversibles en vuestro perro. Si se presenta esta difícil situación debemos enfriar el cuerpo del perro de manera lenta con agua fría (no helada), no darle de beber, abanicarle y frotar sus axilas con alcohol (si lo tenéis a mano). Ni que decir tiene que una visita rápida al veterinario puede salvar la vida del perro.
No deja de ser habitual cuando llega el buen tiempo, que a los aficionados a la bicicleta o a correr les acompañe el perro en esos momentos de disfrute. He visto casos de perros con muertes súbitas o procesos de insuficiencia cardiorrespiratoria por no estar preparados para este tipo de excesos deportivos. La preparación debe ser paulatina y merecen especial atención aquellos perros que pueden presentar algún problema cardiorrespiratorio que no conocíamos o los que tienen un exceso de peso.
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