Esto es cierto, sobre todo, en lo que se refiere a las razas creadas, muy sofisticadas o demasiado especializadas. Pero no hay que olvidar que en algunos países existen perros de instintos aún semisalvajes.
La domesticación del perro ha cambiado los instintos caninos. Pero, ¿si precisamente fueran estos mismos instintos los que permitieron el acercamiento del perro al hombre?
Por ejemplo, tomemos el instinto de manada. Es porque el perro obedece al jefe que ha aprendido a obedecer al hombre. La familia es la manada: el esquema general está aquí reproducido. El can siempre busca a ser dominado y conducido por un “líder” y el hombre ha cumplido este papel desde hace cien siglos.
Nuestros amigos reconocen la jerarquía; es por eso que les podemos adiestrar. Cuanto más grande es la aptitud para el adiestramiento mayor es la capacidad de obedecer a una jerarquía. Por esta razón los perros de pastoreo son más receptivos: no pueden impedir correr y reagrupar el rebaño, sea éste de ovejas o de hombres. No son más inteligentes, sino saben incorporarse e integrarse a un grupo.
LADRA PARA IMITARNOS
Cierto, que los perros salvajes saben ladrar, peno no lo hacen tanto ni de la misma forma que nuestros amigos domesticados. Estos últimos han mejorado sus cuerdas vocales. Se cree que es para imitaros o comunicarse mejor con nosotros. Nuevos gestos –que desconocen los perros salvajes_ vienen a ayudar a su forma de “hablar”.
LA SEXUALIDAD
El hombre ha influido hasta en la vida sexual canina. La perra “civilizada” puede tener una o dos camadas por año, lo que no es posible para una hembra salvaje. Esta sólo tiene cachorros en los años propicios y son las hembras situadas a la cabeza de la jerarquía que proceden. Las otras están simplemente autorizadas a ayudar a la lactancia de los pequeños de las jefas (tienen leche sin haber sido embarazadas).
He aquí algunas de las diferencias que enfrentan a los perros domesticados y a los que son salvajes y cimarrones.
El hombre es, pues, responsable de la vida y del futuro de sus amigos cuadrúpedos, pues éstos han sido en gran parte modelados por nosotros.