Es un animal que tiende a hacer lo que le da la gana y tarda en aceptar lo que se le diga o se le trate de imponer. Ahora bien, cuando ha aceptado hacerlo, de esta forma se comportará siempre. Ésta es su belleza y garantía.
A este animal hay que convencerlo con firmeza, constancia y la contundencia estrictamente necesaria. No responderá si se ve atropellado por la fuerza. Se bloqueará y ahora sí que puedes hacer lo que quieras, que no cederá.
Nosotros podemos tener la seguridad de que si somos capaces de tener la constancia y claridad necesaria para educar a un Bull Terrier, disfrutaremos de un animal que nos colmará de satisfacciones y marcará sin duda nuestra manera de vivir.
Tengo que decir y digo que esto es un reto que algunas personas no deben aceptar. Antes que el Bull Terrier está el perro. Es decir, primero gustan los perros, luego uno específico. Y, desde luego, el peligro no es el perro en sí, sino el saber estar de uno y de los demás. Ésta es sin duda la dificultad que puede encontrar el aficionado al Bull Terrier. Lo demás son historias para no dormir.