La salivación estimula la deglución; los movimientos deglutorios repetidos estimulan la relajación del esfínter gastroesofágico que se prepara para la eyección de contenidos estomacales.
El tratamiento de elección para el problema es el uso de acepromazina, que tiene un potente efecto depresor del sistema nervioso central, es antiespasmódico y antiemético. Debido a su acción, la perra presentará somnolencia, disminución de la actividad motora espontánea y disminución de los efectos asociados al estrés: taquicardia, hipertermia e hipertensión.
Debe suministrarse una hora antes del desplazamiento. Existen varios compuestos en el mercado con este producto, pero cada uno de ellos contiene la acepromazina en diferentes cantidades. Por ello, es importante que sea el veterinario quien, una vez pesada el perro, establezca la posología. Mi experiencia personal es que la respuesta de varios individuos del mismo peso a una misma dosis es bastante diferente, por lo que os sugiero que uséis al principio la dosis mínima y la ajustéis después según el efecto observado.
No deben usarlo en caso de que el perro tenga algún problema renal, hepático, cardíaco o epiléptico. Es un producto seguro, aunque a veces algún propietario se asuste, ya que algunos perros manifiestan una sedación muy intensa, que a ojos del profano puede resultar preocupante.