Debemos tener en cuenta que hasta hace bien poco, se tenía perro solamente si se necesitaba. Trataré de explicarme: el perro fue evolucionando en sus trabajos para el hombre, de ahí que haya perros de caza, de defensa, de guarda, etc, pero el perro que vive y convive en casa, dentro de la vivienda, que no tiene un trabajo que produzca beneficio materiales a la familia y que, además, forme parte de ella con todas las consecuencias y participe del afecto familiar como un miembro más, existe desde no hace más de 20 ó 30 años.
Creo que esto merece un análisis profundo en todas sus vertientes
En primer lugar veremos su lado fisiológico. Las generaciones de perros, comparadas con las de las personas, se suceden a un ritmo vertiginoso. Es decir, una persona puede ver pasar bastantes generaciones de perros a lo largo de su vida. Por lo tanto, es bastante fácil modificar el fenotipo de los perros a base de cruces entre razas y selección dentro de las mismas razas sin que sea necesario que pase demasiado tiempo. De ahí que veamos perros tan diferentes, tanto en el tamaño, en el color, en la longitud del pelo, la forma de las orejas, patas, y un largo etc…
Por supuesto, eso nos puede llevar a confusión con respecto a las características de cada animal y con respecto a sus cualidades también.
Veremos en segundo término, la evolución psicológica.
Ya hemos dicho que el perro de compañía, en trazos generales, existe desde hace relativamente pocos años. Así como que el perro lleva muchos milenios conviviendo con el hombre. Pues bien, si esos 14.000 años de relación hombre–perro y los 30 años que lleva existiendo el perro de compañía los reducimos a 24 horas de forma proporcional, tenemos que el perro de compañía existiría desde hace menos de un segundo, comparado con las 24 proporcionales horas que el hombre y el perro conviven.
¿Qué nos da a entender esto? Que así como fenotípicamente el perro ha podido evolucionar mucho, psicológicamente no lo ha hecho tanto, es decir, apenas nada. Además, no nos hemos preocupado de cambiarlo en este sentido, sino solamente en el aspecto del físico.
Por lo tanto, ¿qué tenemos cuando adquirimos un cachorrito pequeñito, bonito, dulce, tierno, etc…? Tenemos, psicológicamente hablando, un cánido en el amplio sentido de la palabra, es decir: un cazador depredador que está psicológicamente (aunque no fisiológicamente) preparado para la lucha por la supervivencia y el status social, donde la agresividad es una herramienta muy útil para mantener la mejor posición posible dentro de la manada, proteger el territorio, las hembras, etc. Realmente, esto es lo que metemos en casa. Pero, también ocurre que el perro no lo sabe, y que tiene una capacidad de adaptación enorme (quizás por eso es el animal de compañía por excelencia), y es por eso por lo que se adapta y convive con el hombre, aunque no siempre de la mejor manera posible.
Para cerrar el capítulo, quiero dejar bien claro que, independientemente de la raza, el tamaño, el color, y otros aspectos, todos los perros son psicológicamente iguales, por supuesto, salvando las cargas genéticas y los rasgos de caracteres individuales. Por lo tanto, tanto peligro tengo que me muerda un Pomerania que un Rotwailler u otro perro cualquiera. Por supuesto, el potencial de daño claro que no es el mismo, pero el riesgo de agresión sí.
Y esto es el origen de que sea necesario que existan psicólogos especializados en conducta canina y que sus consultas sean frecuentemente visitadas, ya que la convivencia, si no se sabe llevar bien por parte de los propietarios, es muy compleja y suele generar diferentes tipos de problemas, siendo los más frecuentes, la agresividad, la dependencia excesiva (que se ha dado en llamar erróneamente “ansiedad por separación”), distintos tipos de ansiedad y otros, siendo estos los más frecuentes.
Por lo que, desde estas líneas, quiero llamar a los propietario de perros y también, por supuesto, a los futuros propietarios a que tomen conciencia y se formen sobre la tenencia de perros en casa, sobre todo en las grandes ciudades, de sus consecuencias y de los modos de actuar para que, de forma preventiva, no haya problemas de convivencia, que, por otra parte es lo que ocasiona que haya tanta ley contra los perros y tantas normas para su tenencia.