Todos los años nuestras mascotas se ven “rodeadas” por una serie de problemas que son fieles a su aparición y que surgen acompañando a las bajas temperaturas, las lluvias, el granizo, la nieve o el hielo.
Una vez más, la salud de nuestros animales dependerá principalmente de su correcto estado sanitario, de una adecuada y por supuesto completa alimentación y, lo más importante, los cuidados de su amado dueño, que podrán evitar, en gran parte, las situaciones de riesgo que ponen en peligro su correcto estado sanitario.
En el caso de que el problema afecte a la zona noble del aparato respiratorio, el pulmón, el animal está afectado de neumonía. En este caso los agentes infecciosos alcanzan esta zona porque las defensas no eran correctas, porque “los malos” han sido más en número o más listos o porque en el pulmón ya existía algún problema que ha facilitado el ataque; puede producirse una enfermedad que sólo aparezca como un simple “catarro” o puede que termine (si no ponemos los medios) con la vida del animal. Afecta más a los perros que a los gatos y el agente causante más habitual se llama bordetella bronchiseptica, aunque también pueden participar algunas bacterias de las que comentábamos que generalmente son buenas, pero que en determinadas circunstancias aprovechan para comportarse de forma no muy correcta. A estas últimas se las llama bacterias “oportunistas”.
Los síntomas que puede tener la mascota que padezca este problema son tos, fiebre, dificultad al respirar (jadeo, cansancio…), secreción nasal (mocos), falta de apetito, depresión, pérdida de peso…
Ante la duda debemos acudir rápidamente al veterinario, que auscultará el pulmón del animal y e realizará radiografías y análisis para confirmar la sospecha.
El tratamiento principal será con antibióticos durante largo tiempo y a grandes dosis. Además, el animal deberá estar hidratado correctamente, ya que para poder movilizar y expulsar las secreciones que se producen en el pulmón por la infección deberá ser una secreción fluida, y si el animal no bebe suficiente, no será posible; en este caso el veterinario debe administrar suero para resolver el problema. Otros apoyos al tratamiento será una alimentación muy rica en nutrientes y muy apetecible para el animal. También pueden administrarse aerosoles que ayudan a movilizar las secreciones, aunque este tratamiento no es bien aceptado por muchos animales. El resto del tratamiento dependerá del estado general del animal y de la gravedad del caso; por ello siempre que tengamos la sospecha deberemos acudir de forma rápida al veterinario pues en cuestión de horas un caso leve puede transformarse en un problema muy grave.