Lo primero que debemos saber es que nuestra piel y la del perro es muy diferente.
Su PH es diferente, su anatomía es diferente, su grosor es diferente, el funcionamiento de las glándulas sebáceas es distinto, su equilibrio lípido y de la flora bacteriana es mucho más importante para su salud, es mucho más vulnerable a infecciones bacterianas o víricas que la piel de los humanos, está mucho más expuesta a las agresiones medioambientales, a la agresión de parásitos externos: pulgas, garrapatas, etc. Su función en la salud del animal, en resumen, es mucho más relevante que la de la piel en los humanos.
Lógicamente los productos destinados para la limpieza y acondicionamiento del pelo y la piel del animal deben tener en cuenta esas diferencias. Por norma general los productos, sobre todo de higiene, de uso humano NO están formulados para su uso en perros.
Veamos sus diferencias:
1. CONCENTRACIÓN

La piel del perro, al estar expuesta al exterior, sin mayor protección que su propia anatomía, tiende a ensuciarse más. Numerosas razas cuentan con subpelo, hacen mudas periódicas, son atacadas por parásitos externos e internos. En la piel humana eso no sucede. En numerosos casos es más difícil acceder a ella debido al subpelo y a los enredos y nudos que normalmente, y salvo en las razas de pelo corto, se generan. Para conseguir una profunda limpieza y que el producto llegue hasta la dermis del animal los fabricantes aumentamos la concentración. ¿Para qué?, fácil: para que podamos rebajarlos con agua y que la mezcla sea más fluida y pueda más fácilmente penetrar hasta el último rincón de la piel y del pelo del perro. Para facilitar su lavado. Ahora bien, la concentración final del producto una vez diluido con agua no deberá ser menor al 15% en tensioactivos. A menor concentración el efecto de limpieza se ve muy mermado. ¿Qué son los tensioactivos? Son productos capaces de “asociarse”, de “juntarse” con la grasa del pelo y de la piel y, mediante enjuague con agua, eliminar la suciedad adherida a ella. PSH formula con una concentración suficiente como para una vez rebajar el producto con 3 partes de agua, se siga obteniendo un resultado óptimo.
Aún en el supuesto de una concentración del producto del 100% cualquier disolución superior a 1 parte de producto por 5 partes de agua dará un resultado pobre y un poder de limpieza muy, muy limitado. Por otro lado, en el mundo de la cosmética canina tenemos la costumbre de rebajar con agua los productos. Si usáramos un producto de humana también lo haríamos. ¿Cuál es el problema?: Si rebajamos un producto formulado con la concentración apropiada para rebajarlo según la proporción recomendada por el fabricante, éste ha incorporado (o debería) los principios activos en la concentración suficiente para que éstos, una vez rebajados, estuvieran en la concentración, en el porcentaje, suficiente para que sean efectivos.
2. PH

Mucho se ha hablado del PH de los productos destinados a la cosmética canina. Debemos saber que el PH en humana oscila sobre 5,5 (ácido), mientras que en el mundo canino y según razas, encontramos PHs de entre 7,0 y 7,5 (alcalino). Ahí ya tenemos una primera e importante diferencia. En principio y para respetar al máximo el equilibrio de la piel del perro deberemos ajustar el PH a sus niveles habituales. PSH, como empresa, ajusta sus champús entre 7,0 y 7,4, según el tipo y lo que queramos conseguir. Ahora bien, debemos saber que el pelo, ya sea humano o canino, “absorbe” mejor los principios activos a PHs menores de 7. El motivo es que la estructura keratínica del pelo tiende a abrirse a PHs cuanto más bajos mejor y a cerrase y hacerse menos porosa a PHs mayores de 7. De ahí que alguna vez y si hemos usado algún champú de humana (PH: 5,5 – 6) el resultado haya sido satisfactorio. Pero a medio / largo plazo afectará el equilibrio dérmico de la piel del ejemplar.
Un factor muy importante en relación a la efectividad de los champús y acondicionadores es saber el PH del agua de enjuague que estamos utilizando. Por lo general encontramos aguas de PHs ajustados al aconsejable en la peluquería canina. Mayoritariamente de entre 6,8 y 7,5, pero también podemos encontrarnos aguas de PHs muy bajos (6,2 es el mínimo que tengo referenciado en España) o PHs muy altos (8,9 es el máximo del que tengo referencia en España). Estas diferencias de hasta 2,7 en el PH pueden ocasionar problemas de piel, desequilibrios dérmicos, etc. NO atribuibles a una mala calidad del producto, sino a una mala calidad del agua que empleamos en su disolución o en el aclarado.
La “dureza” del agua también es un factor importante a tener en cuenta. Como norma a aguas menos duras, con menor concentración de sales disueltas, mejor resultado obtenemos usando un mismo producto y viceversa.
3. FORMULACIÓN Y ESPESADO
Los champús de perros están pensados, como parece lógico, para su uso en el mundo canino. Hemos visto antes que la fisiología de la piel del perro es distinta a la de la humana. Más delicada, aunque creamos lo contrario. Cuando formulamos deberemos buscar tensioactivos lo más inocuos posibles, menos agresivos, pero manteniendo un buen poder de limpieza. Y a ser posible basados en productos naturales, generalmente de origen vegetal.
Por otra parte, hay otra diferencia muy importante entre un mundo, el de la humana, y otro, el de la peluquería canina: EL ENJUAGUE. Todos sabemos lo difícil que es a veces enjuagar un perro NO acostumbrado a ello. Se mueven, se sacuden, etc. En humana eso no pasa y permite un enjuague perfecto. ¿Cómo solucionamos en PSH este tema?: Empleando espesantes de la mayor calidad posible, aprobados por la normativa europea, evitando posibles irritaciones, rojeces y en último caso dermatitis.
4. ETIQUETADO
Otra gran diferencia respecto a los champús para humana es el etiquetado del producto.
En los productos cosméticos de Humana como fabricantes estamos obligados a publicar el INCI, donde se recogen todos los ingredientes por orden de cantidad que se emplean en la elaboración de los productos.
En cambio, en el mundo del perro, no es así, se han de publicar únicamente los productos que se utilicen como reclamo o arma de venta, y han de aparecer con el porcentaje de concentración que se emplea en la formulación.
PSH ha decidido emplear la normativa de cosméticos humanos al mundo del animal, con el fin de transmitir transparencia, y por seguridad hacía los animales, pudiendo el cliente observar todas las materias primas, con el fin de prevenir si su mascota es o no alérgica a cualquiera de las materias empleadas en la elaboración del producto final.
Espero haberos dado argumentos suficientes para rebatir los “argumentos” que a veces se oyen sobre este tema. Cada mundo debe llevar sus propios productos que, por descontado y en una empresa como PSH más, están basados y formulados en el conocimiento, en la experiencia y en la praxis, máxime cuando conocemos los dos ámbitos de aplicación: el humano (del que también somos fabricantes en otra división de la empresa) y el canino a través de PSH.