Los perros de trabajo son aquellos seleccionados y adiestrados específicamente para realizar un determinado trabajo, como por ejemplo, los perros de asistencia, de terapia, de detección de explosivos y de apoyo emocional. Sin embargo, los perros de deporte se seleccionan y adiestran para la modalidad deportiva en la que van a practicar y disfrutar junto a su guía (y quizás también competir). Son perros que disfrutan de deportes como Agility, OCI o Canicross, por poner algunos ejemplos.
Una vez definido cada perro refiriéndonos a si es un perro de trabajo o de deporte, pasaremos a valorar sus niveles de estrés.
Debemos tener en cuenta que el estrés es un mecanismo de adaptación que redirige los recursos del organismo para atender las necesidades que al perro le plantea el medio en que vive.El estrés, por tanto, está asociado tanto a expectativas positivas como negativas. Por ejemplo, activación/alegría del perro cuando llegas a casa, juego activo con otros perros, ejercicio físico intenso o prolongado, exceso de ruido en el ambiente, malas experiencias con otros perros, castigos o correcciones por parte del guía…
Un estrés puntual y de intensidad moderada no tiene por qué ser siempre perjudicial, ya que predispone a la reacción adaptativa. Pero cuando los niveles de estrés son excesivos o reiterados, se desencadenan alteraciones fisiológicas, emocionales y conductuales tales como ansiedad, depresión, huida, agresividad…
En los perros de deporte los factores que pueden provocar una subida del nivel de estrés son las sesiones de entrenamiento, en las que hay que tener cuidado tanto del tiempo del entrenamiento como del estado emocional del perro. Es imprescindible conocer las señales de estrés (hablaremos de ellas posteriormente) para saber qué ejercicios le alteran más y cómo trabajarlos.
También les genera mucho estrés el día de la competición. Desde el momento en el que se levantan, notan al guía más nervioso de lo habitual y ahí comienza el estrés para el perro. Y, por supuesto, la llegada al centro donde se realiza la competición, ya que hay mucho ruido y multitud de personas y perros.
Todos estos factores hacen que los niveles de estrés de nuestro perro asciendan. Pero sin lugar a dudas, el momento en el que mayor estrés va a tener el perro es la propia competición.
Sin embargo, si conocemos a nuestro perro, las señales de estrés y cómo bajar sus niveles, no debemos preocuparnos. Tan sólo hay que estar pendiente de nuestro perro en cada momento, tanto en nuestra casa como en los entrenamientos y en aquellos momentos previos y posteriores a la competición.
Respecto a los perros de trabajo sucede lo mismo. Aunque son perros seleccionados específicamente para desarrollar esta función, no hay que olvidar que necesitan además ¨ser perros¨, es decir, momentos de esparcimiento en los que puedan olfatear, correr libres, explorar, jugar con otros perros…
Los perros de trabajo realizan una labor magnífica, pero hay que estar muy pendientes de las señales de estrés que vayan mostrando en cada fase y siempre ofrecerles momentos y actividades que reduzcan estos niveles de ansiedad.
Tipos de estrés:
Una clasificación del estrés lo divide en varios tipos (Seyle):
- Hipoestrés: Es un tipo de estrés bajo o muy bajo.
- Eustrés: El denominado ¨estrés positivo¨. Impulsa al crecimiento y al desarrollo del individuo.
- Distrés: ¨Estrés negativo¨. Limita el crecimiento y desarrollo del individuo.
- Hiperestrés: Estrés excesivo, con riesgo de que se vuelva crónico.
¿Qué síntomas muestran los perros con estrés?
Gruñir cuando alguien se acerca a tocarlo, bostezar, pérdida de apetito, jadeos (lengua rígida y arqueada hacia arriba), pérdida de pelo, diarrea, vómitos, lamerse compulsivamente, estornudos, pupilas dilatadas, temblores, sacudirse repetidamente, lloriqueos, vocalización excesiva, patas sudorosas, rascarse, disminución de la actividad, problemas de la piel o miedos irracionales son signos o evidencias de que el estrés ha comenzado a ser un problema.
Estos signos no deben tomarse de manera individual, sino ser considerados en conjunto con otras señales que el perro nos está enviando para establecer un diagnóstico y una concreta y correcta terapia de reducción.
¿Cómo podemos rebajar los niveles de estrés de nuestro perro?
- Respetando su espacio en la casa y facilitando espacios activos de exploración en la calle.
- Entendiendo que las conductas desadaptadas suelen ser fruto de necesidades básicas no cubiertas (salud, sueño, nutrición, calma, seguridad, juego, vínculo…).
- Conociendo el lenguaje corporal del perro para reconocer cuando está incómodo y ayudarle a subsanar la situación.
- Facilitándole la evitación de situaciones conflictivas y siendo su ¨refugio seguro¨ en situaciones en las que nos necesitan.
- Cuidando nuestro lenguaje corporal y facial para no intimidar al perro.
- Dando mayor libertad al perro en la toma de decisiones a la hora de elegir por dónde quiere olfatear durante su paseo, permitiéndole explorar diversas zonas o disponer de mayor número de alternativas para elegir sus lugares en la casa, reduciendo el número de señales de obediencia en el paseo. Un exceso de control por nuestra parte sobre lo que puede o no puede hacer suele generar estrés al perro, ¡y a nosotros mismos!
- Manejando nuestras emociones para no contagiarles nuestros nervios, enfados, estrés…
- Acariciándole suave y seguro, siempre a favor del pelo. Esto les ayuda a relajarse. Los masajes también les gustan y les relajan.
- Cuidando el vínculo con tu perro: vuestra relación se deteriora si hay gritos, correcciones, castigos, etc. Un trato amable y respetuoso le ayudará.
- Buscando actividades en las que ambos podáis participar y disfrutar.
- Siendo comprensivos en cuanto al nivel de exigencia en los paseos, entrenamientos, juegos. ¡Respeta su ritmo! Si disfruta será más feliz.
- Modificando rutinas (poner o quitar) para romper la monotonía y estimularle. Si no tiene rutinas y no sabe ¨qué toca¨, puede estar confuso o estresado. Igualmente, una rutina muy estructurada puede resultarle estresante (por ejemplo, nuestra salida habitual de casa o los preparativos para su paseo o para su hora de comer).
- Disminuyendo los juegos estresantes (por ejemplo, lanzar objetos repetidamente, tira y afloja energético…) e incluyendo juegos de olfato, propiocepción, exploratorios, de equilibrio y habilidades.
- Utilizando correas largas en el paseo para facilitarle el movimiento y el olfateo.
- Evitando en casa voces altas, ruidos elevados, movimientos bruscos o rápidos, aislamiento…
- Utilizando en momentos de calma música relajante, aromaterapia, etc.
- Valorando con un especialista el uso de feromonas apaciguantes, nutrición ortomolecular, fitoterapia, intervención nutricional…

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