Existen muchas corrientes de entrenamiento animal, todas ellas lícitas aunque no todas éticamente aceptables. Desde hace años no demonizamos estilos de adiestramiento sino que nos esforzamos en que la gente descubra que todo aquello que quiere y/o necesita de su perro puede conseguirlo desde un prisma de respeto, confianza mutua y enseñanza cooperativa. Adiestrar en positivo, no nos cansaremos de decirlo, no es “dar salchichas” de manera aleatoria, reforzar conductas sin criterio, dar amor o dejar hacer al perro lo que él quiera. Adiestrar en positivo es hacerlo con criterio, con orden, respetando los tiempos del alumno canino, aplicar conceptos de manera correcta, y sobre todo, tener en mente algo que desgraciadamente está demasiado infravalorado hoy: el sentido común, que en mucho casos es el menos común de los sentidos.
Tener un perro exige (y esta es la palabra adecuada) un mínimo de conocimientos. Hoy en día, en la era que nos ha tocado vivir, la de la información inmediata, es sumamente sencillo tener acceso a los conceptos básicos de qué supone tener un compañero canino en casa. Tener un perro es un ejercicio de responsabilidad, un ejercicio de comprender y entender cómo y de qué manera se comunica, cómo y de qué manera analiza la información que le rodea, cómo nos ve a nosotros, cómo comprende su entorno y se amolda a él. Sólo así podremos comprender por qué hace lo que hace, porqué desarrolla comportamientos que no comprendemos o que nos pueden resultar molestos o desagradables. Desde este prisma de comprensión, educar, adiestrar en positivo es mucho más sencillo, es mucho más evidente.
Pensamos y creemos firmemente que es imprescindible conocer todos estos factores con el fin de que realmente se produzcan los cambios sociales necesarios para que el perro, el mejor amigo del hombre, quede integrado totalmente en el día a día de los humanos (ellos pueden, el problema es generalmente nuestro). Sin duda así haremos que el cambio de mentalidad sea un hecho, que la normalización de poder ir con nuestro perro a cada vez más lugares (hoteles, lugares públicos, playas, etc.) se haga realmente efectivo, al igual que lo es ya en muchos países europeos.
Este cambio de mentalidad redundará en menos abandonos, menos rechazo por parte de la sociedad por tener un perro, más civismos por parte de los guías, de los propietarios, más integración y una normalización diaria de la relación perro-hombre.

La educación, el adiestramiento, desde el prisma del respeto, desde el prisma del uso del refuerzo positivo como parte fundamental del trabajo creemos que es la base para un desarrollo pleno de nuestro compañero, de nosotros mismos y que redundará en un beneficio mutuo, una cooperación completa y plena.
Y no se trata únicamente de trabajar conductas, sentado, tumbado, quieto, etc. sino de educar, hacer una integración total (al menos la que nos permiten las leyes actuales) del perro en nuestro día a día. Y muchos lectores de este artículo en este momento se preguntarán: ¿Debemos poner límites al perro? ¿Cómo le hago saber que está haciendo algo mal? Pues podemos responder estas dos habituales cuestiones de una sola vez: lógicamente podemos poner límites; todos necesitamos límites cuando estamos creciendo porque entre otras cosas, nos proporcionan seguridad. La clave está en que éstos límites pueden trabajarse en base a no premiar, ignorar los comportamientos no deseados, reforzar los comportamientos deseados, retirar estímulos apetitivos si el comportamiento no es adecuado, comunicar que determinada acción no será recompensada, etc.
Usemos aquellas herramientas que favorecen la proactividad, que facilitan el aprendizaje comprensivo y respetuoso y comencemos a olvidar y dejar en desuso técnicas y utensilios que puedan aplicar castigo, dolor o miedo. De este modo los dos, perro y guía, creceremos más y de una manera más coordinada y entera. Llevamos muchos años de relación…hagamos que continúe y crezca.
Bibliografía: Entiende a tu perro. Educación canina en positivo. Editorial Oberon. Autores: Enrique Solís y Eliseo Rodriguez de LealCan.
