Sin embargo, debemos ser coherentes y no forzarle, pues su carácter le lleva a intentar seguirnos en nuestras andanzas, y puede llegar a poner en peligro su salud de manera inconsciente corriendo a nuestro lado o prolongando excesivamente el juego. El dueño debe estar ahí, poniendo los límites lógicos, siempre en consonancia con la edad, pues el perro se podrá olvidar de los años que lleva sobre sus espaldas y actuar como un cachorrete.
El ejercicio siempre es algo positivo que juega a favor de la salud de nuestro perro, pero siempre actuando de manera concluyente. También será normal que el perro prolongue sus tiempos de descanso, con siestas más largas o que cada vez le guste menos madrugar, pero esto no debe preocuparnos, pues la tercera edad de estos perros no es más que una prolongación de su larguísima juventud.
También resulta conveniente que controlemos la alimentación. Al entrar en la tercera edad, el pienso debe especializarse para ayudar a sus órganos a funcionar correctamente. Los paseos deberán ser más numerosos para no forzar su cada vez más cansada vejiga.
Con los avances en veterinaria, nutrición, con las novedades en las atenciones que le podemos dedicar, el bienestar del que disfrutan hoy nuestros perros, en la actualidad la esperanza de vida del Lhasa es incluso mayor que la que destacábamos de los primeros ejemplares en llegar a occidente, y podemos encontrar ejemplares que llegan a cumplir los 25 años.