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Foto: El Mundo del Perro - Alberto Nevado.
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Foto: El Mundo del Perro - Alberto Nevado.

Galgo Afgano: historia y origen

El Galgo Afgano es un perro que goza de una antigüedad que se pierde en la memoria de los hombres. También conocido como Afghan Hound o Affie, este perro ha sido destinado desde sus orígenes a la caza a la carrera de mamíferos que pueblan los entornos accidentados de su país. Ni siquiera en la actualidad, en la sociedad de la globalización y del conocimiento global, podemos encontrar una teoría asentada que arroje luz sobre la forma en la que esta preciosa raza comenzó a cazar para el hombre.

Una de estas teorías la obtenemos de la tradición oral de este pueblo del próximo oriente, que habla que el Lebrel Afgano fue el cánido elegido por Noé para representar a su especie y eludir el diluvio. También se ha señalado que a finales del siglo X, los perros de esta raza que poseía el gobernador turco le salvaron de una emboscada urdida por sus enemigos de La India, que fueron atacados por estos valerosos Galgos Afganos. Cuando este gobernador llegó a convertirse en Sultán, declaró sagrada esta raza.

También suena con insistencia la tesis que ve en la vecina Persia el origen de este perro, más concretamente en la expansión de los perros de esta tierra, con el Saluki a la cabeza. El entorno montañoso y más hostil sería el causante del desarrollo de un manto de pelo más largo que protegiese al Afgano de las inclemencias del clima de las montañas de este país, aunque hay quien señala que el cruce con alguna raza de pelo largo, quizá de tipo spitz, es el responsable de esta variación morfológica.

Entre los nombres que se han dedicado a investigar los albores de esta raza, Jacson Sandford estableció una teoría basada en un antiguo manuscrito chino en el que encontró indicios que muestran que el Afgano es descendiente de los cánidos que poblaban las estepas asiáticas mucho antes de la era cristiana, llegando a Afganistán allá por el siglo II aC por unos nómadas originarios del norte de China, que ocuparon este país en el año 125 aC. Hoy día esta teoría ha quedado descartada puesto que al estudiar el manuscrito describe a un perro de características más cercanas al Dogo del Tíbet que a cualquier lebrel.

Avanzando en el tiempo nos topamos con uno de los primeros importadores de la raza que existieron en Europa. Se trata del mayor Mackenzie, quien aseguró que había visto con sus propios ojos unas pinturas rupestres en la cueva de Balkh (antigua Batracia), en el noroeste de Afganistán, en las que se habían plasmado perros con la apariencia de Galgos Afganos diez mil doscientos años antes de nuestra era.

Estas teorías no han resuelto el enigma que envuelve los orígenes de esta raza, pero lo que no podemos dejar de lado es que cada una de estas historias y otras muchas que han intentado respaldar el nacimiento del Galgo Afgano, han contribuido a generar un halo de misterio en torno a este impactante perro, convirtiéndolo en uno de los perros más seductores de todos cuantos existen. Los primeros datos registrados de esta raza los encontramos ya en el siglo XIX. Esta tardanza en dejar constancia de sus perros se atribuye a que los nómadas afganos no tenían costumbre de dejar testimonio escrito sobre los aspectos de su cultura. De esta forma, es en el año 1813 cuando se ilustra en papel la hermosa figura de un Afgano. Fue más de un siglo después, en la década de los años veinte del siglo pasado, cuando los primeros ejemplares llegan a Gran Bretaña, país donde encuentran muchos patrocinadores, por lo que no sorprende que sea sólo seis años después, en 1926, cuando el Kennel Club Inglés lo reconoce oficialmente.

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