Sus ojos son pequeños, dispuestos en la región facial de manera oblicua, y de color negro. Las orejas tienen forma triangular, amplias en la base e insertadas en la parte alta de la cabeza, a la altura occipital. En atención se mantienen plegadas hacia delante, en forma de «rosa».
Su estilizado, largo y fuerte cuello da paso a un cuerpo compacto y esbelto. Lo primero que nos encontramos es una cruz poco pronunciada.
La línea superior de su cuerpo es larga y en ligero descenso hacia la grupa, corta y redondeada, ligeramente inclinada. El lomo es corto y fuerte. Por debajo, el pecho es ancho y profundo, dejando paso a un costillar arqueado y a una línea ventral a la altura del codo que se recoge suavemente. La cola nace en una posición alta y se eleva erecta y de manera perpendicular a la grupa. Muchos cachorros nacen anuros, es decir, sin cola o apenas con unos centímetros.
Su apariencia es la de un perro atlético, ágil, fuerte y rápido, aptitudes imprescindibles para cumplir su función primordial, la caza de pequeños animales. Para ello, precisa unas extremidades dotadas de perfectos aplomos, de una correcta angulación y de una musculatura desarrollada.
Los pies cuentan con una forma más redondeada que las manos, pero comparten una buena dureza de almohadillas plantares.
Todo esto conlleva que el Ratonero Bodeguero Andaluz sea capaz de correr a grandes velocidades, pero también de virar de forma vertiginosa, de saltar alturas considerables…
Texto: Antonio López Espada.