Tras el viaje a Groenlandia al que hemos hecho referencia en la introducción, en la primavera de 1905, Peary presenció emocionado la botadura del barco que el Peary Artic Club puso a su disposición para su proyectada expedición al Polo Norte. La embarcación fue bautizada con el nombre de «Theodore Roosevelt» en honor del que por esos lejanos años era presidente de los Estados Unidos. En el verano de ese mismo año, Peary inició su primera tentativa de llegar al Polo Norte. Al llegar a la Bahía de Inglefield embarcó en el «Roosevelt» varias familias de esquimales y doscientos perros. Iniciaba así la primera etapa de lo que sería su primera tentativa de alcanzar el Polo Norte. No tuvo suerte, ya que al llegar a los 87º N tuvo que desistir de su tentativa y emprendió el viaje de regreso hacia el sur.
Robert E. Peary nació en Cresson, Estados Unidos, en 1856. Se graduó en ingeniería civil en la Universidad de Bowdoin (Maine). Finalizados sus estudios en 1877, comenzó a trabajar de topógrafo en el levantamiento de planos en la costa de Estados Unidos. Posteriormente trabajó como ingeniero en las obras de construcción del Canal de Panamá. En 1881 ingresó con el grado de teniente en el cuerpo de ingenieros civiles de la Marina de los Estados Unidos. |
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Pocos minutos antes de la partida, el presidente Roosevelt acudió al puerto acompañado de su esposa. Subió al barco bautizado con su nombre y, tras un breve pero detenido recorrido por sus dependencias, estrechó la mano de Peary y la de todos los tripulantes, a los que despidió con alentadoras y patrióticas palabras. Poco después del mediodía, el «Roosevelt» levó anclas y puso proa rumbo Norte, con destino a uno de los lugares más fríos del Globo.
Cuatro días más tarde llegaron a Cabo York, en el límite meridional de los asentamientos esquimales emplazados en la zona ártica. Hacia mediados de agosto llegaron a Etah, donde embarcaron veintidós hombres esquimales con sus mujeres e hijos, doscientos cuarenta y seis perros groenlandeses y setenta toneladas de carne de ballena.
La bonanza meteorológica duró poco, ya que dos semanas más tarde el tiempo empeoró considerablemente y el barco fue zarandeado a merced de una gran tempestad.
A pesar de ello, los perros, que habían sido alojados en cubierta, soportaron con entereza las incomodidades de tan desagradable contratiempo sin que ninguno fuese víctima de ningún percance.
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Peary, que intentó llegar |

Los perros eran enganchados a los trineos con tiro dispuesto en abanico, a la manera esquimal, ya que así podían trabajar más libremente y exteriorizar mejor todo su enorme caudal de potencia. El tiro de cada trineo estaba compuesto por ocho ejemplares, si bien cuando las circunstancias lo exigían, bien por lo accidentado de la topografía polar o por el exceso de carga de los trineos, enganchaban diez o doce perros, que eran hábilmente guiados por los esquimales mediante voces de mando y el empleo de un látigo, cuyas tiras de cuero solían medir entre 3,50 y 5,50 metros.
El mes de septiembre concluyó con un cuarto «raid» que partió bajo las órdenes del propio Peary. Le acompañaban tres esquimales, que conducían cada uno un trineo tirado por diez perros. En esta ocasión transportaban alimentos para subsistir durante varias semanas.
Su destino era, igualmente, Porte Bay. El buen estado del hielo permitió que en pocas horas los perros recorriesen los algo más de 40 kilómetros que separaban Porter Bay de Cabo Sheridan. Después se dedicaron a montar en Cabo Columbia el campamento base, donde pasarían la larga noche invernal ártica, y desde donde emprenderían la partida hacia el Polo cuando llegase la primavera.
La aventura polar de Peary (yII). ¡Por fin en el Polo Norte!