EL MUNDO DE LAS CONSTELACIONES
El hombre, desde la aurora de los tiempos, ha sentido una singular atracción por los insondables misterios del cosmos. Posiblemente ello se debiese, en un principio, a un lógico y natural deseo de satisfacer sus inquietudes espirituales, y a la vez encontrar adecuada respuesta a sus múltiples interrogantes que, con el paso del tiempo, dieron lugar al desarrollo de la astrología. Sin duda alguna, aquellas primeras observaciones astronómicas de nuestros antepasados tuvieron un sentido más pragmático que científico. Fruto de estas primeras observaciones pudieron determinar la duración del día, fijar el período lunar, conocer el período de las estaciones y elaborar los primeros calendarios lunisolares.
Sabemos que las caravanas de los antiguos mercaderes orientales, a fin de evitar el efecto de los abrasadores rayos del sol, realizaban de noche sus travesías por el desierto guiados por las estrellas.
Ello les obligó a fijar itinerarios, puntos de referencias y alineaciones estelares en la bóveda celeste que, estructuradas en amplias figuras geométricas, dieron lugar a la configuración de las constelaciones, en las que, en un derroche de imaginación y fantasía, los antiguos creyeron ver la eternización celestial de personajes y animales mitológicos de los que tomaron nombre, en su mayoría de ascendencia grecolatina. De esta manera obtuvieron un fácil sistema de identificación que evitaba posibles confusiones o pérdidas.
Quedaba, por tanto, delineado en el cielo un infinito mapa celeste. En tiempos de Tolomeo se conocían ya 48 constelaciones: de ellas, doce estaban equidistantemente distribuidas en la franja zodiacal, por donde tienen lugar las aparentes trayectorias del Sol, la Luna y los planetas.
CONSTELACIONES CANINAS
En el firmamento existen tres constelaciones de clara evocación canina: «Los perros de caza», «El Can Menor» y «El Can Mayor», esta última era ya recogida en antiguos calendarios orientales y servía de referencia a los agricultores egipcios para conocer la fecha en que debían producirse las grandes lluvias que desbordaban el Nilo, cuyas aguas inundaban las plantaciones aledañas, fertilizándolas con el limo que arrastraba a su cauce. Los dos canes estelares, durante los meses de julio y agosto, tienen su salida por el Este, pocos minutos antes de la salida del sol. Por ello, a esta época del año es conocida como «canícula» en clara alusión al Can Mayor. Es durante las frías y transparentes noches de invierno cuando podemos observar estas dos constelaciones en todo su esplendor, a buena altura sobre el horizonte Sur.
EL CALENDARIO AZTECA
Los aztecas poseían grandes conocimientos de astronomía. Sus sacerdotes astrónomos estudiaban el movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra, cuyo período fijaron en 365 días, 6 horas y pocos minutos. El año azteca estaba dividido en dieciocho meses de veinte días cada uno, divididos a su vez en cuatro semanas de cinco días cada una. Cada veinte días de trabajo había uno de descanso. Cada día tomaba el nombre de un animal, objeto o fenómeno atmosférico, tal como queda indicado en la «Rueda de los días del año Civil», que forma parte de un total de veinticuatro, relativas al antiguo calendario azteca. Todas ellas fueron recogidas en la «Historia General de la América Septentrional» que consta de dieciséis libros, escritos en 1749 por Lorenzo Boturini Benaduci, que pertenecen a los fondos del Archivo General de Indias (Sevilla).
En dicha Rueda podemos ver que el décimo día del mes estaba dedicado a Itzcuintli, nombre dado por los aztecas al perro. Esto pone de manifiesto la importancia que el más fiel amigo del hombre debió tener en esta culta y antigua civilización precolombina.

EL CALENDARIO CHINO
Los orígenes del calendario chino se remontan a unos cinco mil años de antigüedad, y tuvo su origen en el tibetano.
Curiosamente, guarda gran semejanza con el azteca. El calendario astrológico chino está dividido en doce sectores, pero no está basado en los doce signos zodiacales de la astrología occidental.
Cada uno de estos sectores está dedicado a un animal: Djiva (ratón), Lang (buey), Tagg (tigre), Yae (liebre), Bhruh (dragón), Bhrul (serpiente), Ta (caballo), Lugh (carnero), Bhre (mono), Djd (gallo), Khii (perro) y Phagh (cerdo). Como estos sectores se alternan anualmente según los ciclos de la Luna, cada año comienza por un signo distinto que es dedicado a un animal también distinto. Así, el año 1994 comenzó con el signo khii y por tanto fue declarado «Año del perro».
Según el calendario astrológico chino, el perro es un incorruptible centinela, cuya vigilante mirada hace que nos sintamos protegidos, tranquilos y sin preocupaciones.
Los nacidos bajo la influencia de este signo son, por regla general, sinceros, buenos amigos, discretos y con gran sentido de la justicia. Son excelentes compañeros de trabajo e imprimen gran confianza en los demás. Las mujeres nacidas bajo el influjo del signo astrológico del perro suelen ser atractivas, excitantes y de gran personalidad.