Terranova: origen difuso
Existen varias hipótesis sobre el origen de la raza, aunque resulta imposible establecer una de ellas como la válida. La primera establece un origen nórdico, afirmando que fueron los pescadores noruegos los que los llevaron a la zona como asistentes de la tarea pesquera, se estima que ya en 1820.
También se apunta al origen que se le asigna a muchos de los perros molosoides.
Hablamos del Dogo del Tíbet. El máximo defensor de esta teoría es el doctor Heim, que lo argumentó en su obra «Der Newfoundlander und», exponiendo las analogías entre los cráneos de ambos perros, aunque no explica cómo llegan estos perros primitivos a la isla canadiense. Estudios posteriores han acudido al pueblo vikingo para enlazar esta teoría con el desarrollo de la raza en su isla de origen.
Una tercera hipótesis habla que durante los siglos XVI y XVII los colonos europeos son los que cruzan el Atlántico llevando consigo a los antepasados del Terranova. Entre las posibles razas de las que se ha hablado, encontramos a los perros pirenáicos de los pescadores vascos, los water spaniels y los Mastiff de los ingleses… Los distintos cruces entre los perros de estos pescadores y colonos podrían haber dado origen al Terranova.
Entrando ya en los límites de lo que ha sido probado, existen diferentes narraciones de viajeros que conocieron la isla en el siglo XVIII, así como notas de la Sociedad Zoológica de Aclimatación, que hablan de perros que se utilizaban para transportar leña y pescado, así como para acompañar a los pescadores en sus tareas diarias. Las primeras referencias sobre perros de color negro son de esta época.
Ya en 1860 se presentan ejemplares de Terranova en la Exposición de Birmingham, aunque el Kennel Club de Londres no reconoce la oficialidad de la raza hasta 1886, la misma fecha en la que la raza es reconocida por el American Kennel Club. El Reino Unido fue el país encargado de desarrollar y potenciar la raza.
Estamos ante un perro de un tamaño impresionante.
Su cruz se eleva una media de 71 centímetros en el caso de los machos, cinco más que la media de las hembras. Su peso es de unos los 68 kilos en los machos, y de 54 en las hembras. El tamaño es un aspecto que debe cuidarse especialmente, pero siempre priorizando el estado general de salud del animal y que ese tamaño guarde unas proporciones simétricas y permita un movimiento correcto.
Este movimiento comienza con un buen alcance de los miembros delanteros y se impulsa gracias a unas fuertes patas traseras, dando la sensación de fortaleza y facilidad en esa manera de moverse. En un perro de este tamaño es normal que un ligero balanceo de la espalda esté considerado como normal en su estándar, pero a medida que la velocidad incrementa, la línea superior se mantiene uniforme.