Los perros pueden sentir miedo ante cualquier estímulo que perciban como una amenaza, ya sea un ruido fuerte, personas extrañas, otros perros o una situación desconocida. Ser demasiado miedoso no es bueno, pero lo cierto es que el miedo nos permite, tanto a los seres humanos como a los animales, ser prudentes y reconocer situaciones potencialmente peligrosas. Los perros pueden sentir temor de las jaulas, del veterinario, de los ruidos fuertes, de los extraños, de los viajes…
Dado que el miedo puede ser aprendido o innato, ante un cachorro debemos tratar de detectar si se muestra asustado ante alguna situación -lo más habitual es que tema los ruidos fuertes como los producidos por los petardos o las tormentas- antes de que se convierta en una fobia insuperable. Entre la sexta y la décimo cuarta o décimo quinta semana de vida es cuando un perro está en mejor disposición para aprender. El animal acepta sin temor, explora con curiosidad todo lo que le rodea y no tiene miedo por lo que ocurre, sino que aprende si algo es dañino. Si estamos ante un perro miedoso no es bueno presionarle, lo mejor es tratar de exponerle poco a poco a lo que le infunde temor para que, si no consigue superarlo, al menos lo tolere.
A los perros asustadizos se les puede infundir una mayor confianza en sí mismos ofreciéndoles progresivamente situaciones nuevas y, al mismo tiempo, manteniendo unas rutinas estables que les tranquilicen.

Es fácil saber si nuestro animal está sintiendo miedo pues su cuerpo sufre una serie de cambios: el corazón palpita a mayor velocidad, la respiración será más agitada, puede sufrir temblores y colocará el rabo bajo o entre las piernas. No debemos extrañarnos si ladra, gruñe o gime pero sí hay que tener cuidado si se comporta de manera agresiva pues, aunque el perro usa la agresión como último recurso, puede atacar si se siente acorralado o cree que no tiene otra alternativa. Cuando el animal se muestre temeroso no debemos acariciarle ni hablarle intentando explicarle que no hay peligro puesto que las caricias y la voz suave pueden ser entendidas por él como un premio a su conducta. Tampoco hay que recurrir a los castigos pues con ello sólo conseguiríamos agravar la situación.
La ansiedad por el ruido debe tomarse en serio, ya que es probable que empeore si no se trata.
Si prevés situaciones en las que tu perro pueda sufrir estrés (tormentas, festividades con petardos, viajes o incluso la peluquería) consulta con tu veterinario, él sabrá darte los mejores consejos y medicación si lo considera necesario para evitar este mal trago a tu animal.
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