RECONOCIMIENTO DE LA RAZA
El simpático American Bully, término cuya socarrona traducción literal sería algo así como “matón americano”, es una de esas razas que carecen del apoyo divulgativo derivado del paraguas dela FCI, sin ello estar justificado desde el punto de vista cinológico. Su reconocimiento en EE.UU como raza lo adjudicó el UKC (United Kennel Club). Se trata de una asociación fundada en 1898 (más de veinte años anterior, pues, a la FCI) considerada hoy como la segunda en cifra de perros inscritos de EE.UU, tras el prestigioso AKC (American Kennel Club). No obstante, si tenemos en cuenta ausencia efectiva de ánimo de lucro de este último y que no acepta inscripciones de personas físicas individuales sino que se abre tan sólo a federar asociaciones de criadores, nos encontramos con que el UKC es un club de filosofía mucho más asimilable al tejido asociativo europeo en lo que a cinofilia se refiere.
El United Kennel Club cuenta entre sus éxitos, sobre todo, el haber sido pionera en la utilización del ADN como elemento de base para el seguimiento de pureza y defectos de las líneas de cría. Es de destacar también como un logro la tipificación y divulgación mundial del APBT (American Pit Bull Terrier, no reconocido por la FCI)). Citamos precisamente esta raza porque, como veremos a continuación, tiene importancia crucial en la creación de nuestro protagonista de hoy, el American Bully.

DESARROLLO DE LA RAZA
El American Bully aparece en escena como un desarrollo natural del APBT, la evocación de cuyo aspecto hace imposible que el observador se sustraiga a las semejanzas al contemplar un ejemplar. El APBT nació en el siglo XIX como resultado de la búsqueda por parte de los aficionados a los perros en Inglaterra, Irlanda y Escocia de una raza canina que combinara la astucia natural de los terrier con la fuerza y capacidad atlética de las numerosas variedades de bulldog entonces existentes. Así, genéticas conocidas hoy como las del AmStaff, el Bulldog Inglés o el Staffordshire Bull Terrier, y otras hoy desconocidas como las del extinto Old English Bulldog, conforman también, a través del APTB, los orígenes de nuestro American Bully.
Sin embargo mientras que el APBT es incluido por el UKC como raza de Terrier, el Bully lo es en el apartado de Perros de Compañía. Y es que , en relación al APBT, el Bully acentúa las virtudes más proclives de aquél en lo que se refiere a la convivencia en el entorno familiar. El logro de un tamaño más reducido y de un carácter más amigable aconsejó reconocerlo como una raza completamente diferente y registrar ambas, además, en categorías distintas.
El definitivo reconocimiento de la raza American Bully por el United Kennel Club está fechado el 15 de julio de 2013. La compacta estructura del American Bully llama la atención por su apariencia fuerte y gruesa, su pelo liso y sus proporciones atléticas con visible marcado muscular. También destaca por su cabeza, poderosa pero proporcionada al cuerpo y, muy importante, libre de exageraciones que puedan llegar a comprometer la respiración o la visión normales del animal. El Bully siempre transmite la sensación de ser un perro activo y ágil y de poseer una fuerza mucho mayor que la que correspondería a su moderado tamaño. Todo ello, sin embargo, contrasta con un temperamento leal y particularmente amigable. No existe ningún patrón de color fijado para el Bully, aceptándose en su capa cualquier combinación de colores excepto el conocido como “mirlo”, ya que el mismo lleva aparejada la presencia del gen Mm asociado a diferentes males genéticos en las líneas de cría.

Tal como dice su estándar original, “…La raza American Bully se mueve con una actitud alegre y confiada, dando la impresión de que espera ver algo nuevo y emocionante en cualquier momento…”. No es posible describir con mayor acierto la sensación que inspira la proximidad de un Bully; a buen seguro no tardará en hacerse un hueco importante y entrañable entre los aficionados al perro de la vieja Europa.
Blibliografía: NFNatcane.es