www.elmundodelperro.net
Foto: Marcelino Pozo.
Ampliar
Foto: Marcelino Pozo.

Alano Español

Un moloso fuerte pero muy ágil

Tenemos que remontarnos hasta el siglo IV de nuestra era para empezar a hablar sobre los antepasados de nuestro Alano. En aquella época, cuando Hispania era una provincia Romana, diferentes pueblos procedentes del Cáucaso y de Centroeuropa irrumpen en la Península Ibérica. Se trataba de los suevos, vándalos y alanos, pueblos bárbaros que incluían en sus ejércitos temibles perros que también les asistían en el manejo del ganado.

Gonzalo de Berceo, en el año 1247 ya hizo una breve referencia a estos perros al escribir «abrieron grandes bocas como unos alanos».

Casi un siglo después, el Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, lo menciona en un verso, pero si queremos acudir a una descripción completa de los perros de aquella época, no podemos pasar por alto «El libro de la Montería», del rey de Castilla, Alfonso XI «El justiciero», que en 1357 da cumplido detalle del Alano. Por la importancia que adquiere una descripción tan antigua y completa, la reproducimos a continuación:

«Las fechuras que debe haber el Alano para ser fermoso son estas; que halla la cabeza de talle de Congrio, et bien cuadrada et bien seca, et la nariz blanca, et bien abierta la boca, et las presas grandes, et los ojos pequeños, et que cate bien a la nariz, et las orejas bien enfiestas, et bien redondas, pero que esto de las orejas todo va en el que lo facergelas bien tajadas o mal, et que haga el cuello luengo, pero que suba bien, que no sea muy grueso ni muy delgado, et que haga los pechos bien abiertos, et los bacos que los haya bien enfiestos, et non delgados, et la cuartilla pequeña, et las manos redondas, et altas, et el arca colgada et grande et que no se le parezcan las tetas, et que haya el lomo bueno, et no tan cargado de caderas, et que se le parezcan a mala vez los huesos del espinazo, et la cola que sea más contra gruesa que contra delgada, et que sea bien espigada, et que la traiga bien et las corvas que las haya anchas, et bien arregazadas, et los pies que sigan con las manos, et que sean de buen cabello, et blando, et de cuerpo que no sea grande sin razón. Et el alano que estas fechuras hubiere será fermoso, et de razón debe ser tomador.»

Pero no podemos hablar, ni de lejos, aún de una raza conformada y estandarizada. Las descripciones históricas han puesto de manifiesto unos rasgos comunes de unos perros a los que se les llamaba alanos, unos canes caracterizados por ser eficaces en la presa de reses domésticas o salvajes.

La selección de la raza se llevó a cabo en un ámbito totalmente funcional dentro del contexto ganadero y rural. También hay que subrayar la importancia que el mundo venatorio ha tenido con respecto a la raza, puesto que los cazadores no tardaron en recurrir a los ganaderos para sumar fuerza de agarre a sus rehalas de perros. Esto supuso que aquellos perros de presa sufrirían una serie de adaptaciones a lo largo de su historia al lado del cazador de jabalíes y venados. Para llegar al agarre de una res montuna, el perro necesitaba ser aligerado, por lo que se recurrió al cruce con lebreles, como así dejó constancia Agustín del río en «Alano español, historia de una realidad consolidada», obra impresa en 1995: «…El lebrel, al mezclarse con alano, recibía más presa, ganaba en kilos y percibía también mucho más coraje, sin desprenderse casi de velocidad y del fuelle que le caracterizaban, sucediéndole al vetusto alano algo similar en cuanto a movilidad, aliento y raudeza…»

Foto Vanesa Lis Monerris.

A finales del siglo XIX se abandonó la suerte taurina de «perros al toro», que consistía en soltar a los perros para someter a los toros que no cumplían en la plaza y así desalojarlos o sacrificarlos. También se prohibió la ronda, modalidad venatoria en la que el cazador es asistido por un grupo de perros de rastro y de agarre que trabajan de noche y que dejó de permitirse porque se utilizaba para furtivear.

Esto, sumado a la modernización de los sistemas de explotación ganadera, que ya no precisaban al perro como herramienta de manejo de las vacas, junto con los estragos de la Guerra Civil Española, consiguió que la cría de los perros de presa españoles se abandonase casi en su totalidad. La decadencia se extendió hasta la década de los años 80 del siglo XX, cuando un grupo de aficionados a las razas españolas comienza un arduo trabajo de recuperación buscando Alanos en los reductos en los que aún sobrevivían trabajando con el ganado.

MORFOLOGÍA

El estándar del Alano Español lleva el número 406 de la RSCE, ya que aún no ha sido reconocido por la FCI. El grupo al que pertenece es el segundo, ya que se encuadra dentro de los perros molosos, aunque ligero, ya que, aunque se trata de un perro de presa, también debe contar con las características de un perro corredor y ágil. Esto es, contar con una osamenta sólida y una musculatura potente, una profundidad de pecho amplia, pero también una retracción en el vientre.

Está dotado de una cabeza grande, de proporciones braquicéfalas, donde la zona craneal es mayor que la facial. Este cráneo es de perfil cóncavo y las líneas de éste y la del hocico forman un perfil paralelo, nunca divergente.

Foto Marcelino Pozo.

El surco craneal es bastante pronunciado.

El stop o depresión cráneo facial es muy notorio. Los maseteros quedan bien a la vista gracias a un desarrollo muscular muy pronunciado.

Sus expresivos ojos son de mediano tamaño, con el iris de un color que oscila desde el ámbar hasta el negro. Encontramos las orejas en la parte alta de la cabeza y en una posición retrasada, muy separadas entre sí y cortas.

El hocico, como señalamos, es corto, aunque ancho y profundo y de perfil subcóncavo,

ya que el borde inferior de la mandíbula cuenta con esta forma cóncava. En su extremo, la trufa aparece con un tamaño considerable, de color negro y con las fosas nasales bien abiertas. Por debajo, los labios son firmes, dotados de belfos tensos de color negro que cubren una boca grande y amplia, dotada de mandíbulas muy poderosas con dientes muy desarrollados y romos. La mordida suele ser prognata, aunque se puede realizar en forma de tenaza. Cuando se realiza con prognatismo inferior, éste no debe ser excesivo.

Se eleva del suelo entre 60 y 65 centímetros (hasta la cruz), pero las hembras no sobrepasan los 61, alcanzando un peso de entre 38 y 45 kilos en los machos y de entre 33 y 38 en las hembras.

Su cuerpo está cubierto por una piel gruesa y muy dura, pegada aunque dejando ver alguna arruga en la cara y en el cuello. Por encima, un pelo cortó, tupido y sin subpelo o lanilla, denso en el cuerpo, pero menos en la cabeza, de color barcino generalmente, en todas sus variantes, llegando a los grisáceos y azulados. Otras coloraciones menos típicas son el encerado, el bermejo, el bayo, el barcino con manto carbonado y gris, e igualmente el blanco, siempre manchado de estos tonos en la cabeza al menos. Los colores sólidos deben ser lo más uniformes posibles, dado que las particularidades complementarias blancas de gran dimensión son además infrecuentes.

También pueden darse perros con máscara negra, o bien carecer de ella. La trufa siempre se encuentra pigmentada en negro, no apreciándose ejemplares despigmentados en esta variable y, por otro lado, el color del iris es generalmente castaño o del color de la miel.

La estructura de su cuerpo es sublongilínea, y las formas de éste llevan a la línea dorso-lumbar a dibujar una escalada en la que la grupa generalmente se eleva más que la cruz. El costillar es largo y en su lomo destaca una musculatura fibrosa. La cruz es poco prominente, de inserción media o baja, aunque muy robusta. Su pecho es profundo, descendido, ancho, con las costillas redondeadas.

El antepecho es también ancho y vigoroso. La grupa es firme, de mediano tamaño y marcada convexidad en su inicio. Es más alta que la cruz o, cuando menos, igual, y cuenta con un ancho entronque con el rabo, que en longitud no supera el corvejón. El abdomen eleva la línea inferior (retraído), como sucede en los perros corredores, y los flancos traseros se encuentran hendidos.

Sus patas son fuertes, dotadas de huesos anchos y músculos fuertes. Las delanteras son rectas y verticales si las miramos desde uno de sus laterales, excepto por la orientación oblicua que encontramos en la región metacarpiana.

Los brazos son largos (húmeros), rectos y paralelos entre sí, llegando a unos codos pegados al cuerpo, pero sin presionar el tórax.

Los pies son grandes, fuertes, de gato, pero no demasiado cortos, mientras que los traseros son más largos, y en ellos no encontraremos espolones. Los muslos son extensos, dotados de una gran musculatura. Las rodillas son paralelas y llegan hasta la línea vertical que marcaría el isquion. El ángulo rotuliano es bastante obtuso. Vistas desde detrás, las patas traseras son rectas.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(1)
Compartir en Google Bookmarks Compartir en Meneame enviar a reddit compartir en Tuenti

+
0 comentarios