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Feminismo y Cinofilia

Feminismo y Cinofilia

La mujer como motor del mundo

En 1928, según estadísticas del Nottingham Evening Post, el setenta por ciento de los criadores de perros en Inglaterra eran mujeres. Una cifra llamativa que merece reflexionemos sobre su circunstancia. Sin la participación activa de las mujeres la cinofilia no habría alcanzado las características actuales, en que el perro de raza es un exponente significativo de la cultura occidental.

El proceso de incorporación de la mujer a la cinofilia en las primeras décadas del siglo XX fue muy potente en Inglaterra, con altibajos en Francia y Centroeuropa e inexistente en España. Esta es la historia de un puñado de valientes mujeres que cambiaron la historia social de Europa y marcaron el desarrollo de la cultura del perro.

En las ciudades, hasta el primer tercio del XX, la mayoría de las actividades se caracterizan por una estricta división de géneros, donde el hombre es laboralmente activo y la mujer confinada a roles pasivos o erotizados. Este esquema cambiará con la industrialización, que se surte de obreras como mano de obra no cualificada. Los centros fabriles impulsan a las mujeres de clase popular a salir del hogar para incorporarse al sistema productivo. La mujer burguesa, apartada de los negocios y de la política, vuelve los ojos hacia labores que le permiten desarrollar su creatividad más allá de los muros del hogar. Por su mayor educación lucha por emanciparse conquistando territorios artísticos e intelectuales hasta entonces reservados al varón. Y encuentra en la cría de perros de lujo y las exposiciones caninas un campo en el que desarrollarse personalmente. La mujer provocó un cambio en el paradigma cultural canino, la evolución de una crianza cuyos criterios masculinos eran el valor comercial y la utilidad, a una cultura donde la capacidad del perro para brindar compañía y apoyo emocional es más significativa.

Aunque los perros falderos aparecen desde la Edad Media retratados en los brazos de las reinas y nobles aristócratas, el perro es considerado, al igual que el caballo, animal varonil, y los hombres los encargados de su cría. En la primera década del siglo XX esto cambió, se aceptó plenamente que la mujer podía criar una amplia gama de razas caninas. La verdadera revolución fue que la mujer se apropió del cuidado y la cría de los perros del hogar como una actividad explícitamente femenina, paralela a la crianza de los hijos. Los roles de género, tan fuertemente jerarquizados en ese periodo histórico, comenzaron a desmoronarse en las exposiciones caninas, donde la mujer compite con el hombre en plena igualdad. Son años en que la prensa femenina experimenta una gran expansión. La aparición de nuevas revistas, concebidas expresamente para las lectoras, invitan a la mujer a la realización de actividades hasta entonces reservadas al varón; sean culturales como la escritura y la pintura, deportivas como el ciclismo o el tenis o recreativas como la cría y exposición de perros. Estas revistas contrastan el carácter grosero y los hábitos sucios de los cachorros criados para los deportes cinegéticos en las perreras masculinas con el comportamiento educado y limpio de los perros criados maternalmente por las mujeres.

Feminismo y Cinofilia. La mujer como motor del mundo (II)

CUANDO EL PERRO Y LA MUJER SE ENCONTRARON

Para muchas mujeres la cría y exhibición de perros iba más allá de la compañía y del afecto de las mascotas. En un mundo en el que el varón gozaba de plena libertad en tanto que ellas estaban sometidas a prejuicios morales, las exposiciones caninas supusieron un alivio a la tensión y el tedio del hogar. El perro es la argamasa...

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