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Feminismo y Cinofilia. La mujer como motor del mundo (II)

Feminismo y Cinofilia. La mujer como motor del mundo (II)

CUANDO EL PERRO Y LA MUJER SE ENCONTRARON

Para muchas mujeres la cría y exhibición de perros iba más allá de la compañía y del afecto de las mascotas. En un mundo en el que el varón gozaba de plena libertad en tanto que ellas estaban sometidas a prejuicios morales, las exposiciones caninas supusieron un alivio a la tensión y el tedio del hogar. El perro es la argamasa con que se construye la emancipación de muchas mujeres en el periodo entre siglos.

Aunque el deporte canino existía mucho antes de la revolución estética que supuso la creación de las razas de fantasía, estaba limitado a los perros empleados en labores cinegéticas como las pruebas de campo (Field Trials). Las mujeres pioneras en la cría de perros no son cazadoras ni ganaderas, no buscan perros de trabajo, sitúan la crianza en un espacio emocional y artístico. No les interesa el tipo de tarea que el animal puede realizar, sino su temperamento amable y su aspecto estético. La búsqueda de la originalidad y la belleza es su prioridad. Tanto en Inglaterra como en Europa continental los criadores muestran con orgullo sus razas mejoradas, pero realmente quienes estaban revolucionando el mundo canino eran las expositoras y criadoras inglesas. En tanto Francia, Bélgica o Alemania trabajan para la perfección de los perros de caza o uso militar, los ingleses crean una profusión de nuevas razas de lujo. En aquella cinofilia inglesa, a la cabeza del mundo canino y, en particular, del mundo de los perros de exposición, fueron las mujeres las impulsoras de los cambios morfológicos realizados en las razas de lujo marcando el camino a seguir en el desarrollo futuro de la cinofilia. La mujer encontró en la cría de perros y las exposiciones una fuente de ocio y expresión emocional, que en tantos otros aspectos le negaba una sociedad fuertemente patriarcal.

MATERNIDAD Y CRIANZA CANINA

En la mentalidad de la época se sostenía como verdad incuestionable que las mujeres poseían una propensión natural al afecto maternal, que se hacía extensivo a las mascotas. Como el animal doméstico más señalado son los perros, y especialmente las pequeñas razas de compañía, el hombre delegó en ellas su cuidado a diferencia de otros animales deportivos como caballos o perros de caza. La sociedad dividió los perros en dos grupos, de un lado las razas masculinas, perros de trabajo y talla grande y, de otro, perros de fantasía, compañía o toys, apropiados para las mujeres. El posicionamiento cultural de los perros en los hogares fue básicamente femenino.

En este periodo se produce un cambio radical respecto a las prácticas anteriores en el cuidado de animales domésticos. Si antes se sustentaba en una clara distinción entre humanos y animales, lo que facilitaba sacrificar el perro llegada su vejez o inutilidad, ahora el perro pasa a ser un miembro más de la familia. El rol social atribuido a la mujer como «alma del hogar”, cuidadora de bebés y ancianos, educadora de los niños pequeños, se proyectó sobre el perro mascota, ese eterno niño dentro del hogar familiar. El perro nacido en el seno familiar a principios del siglo XX era declaradamente femenino. La nueva mujer lleva su pequeño Pekinés o Carlino en brazos en el paseo vespertino y a nadie extraña que cuando acude a las reuniones sociales y restaurantes lo haga acompañada de su perrito. La prensa más conservadora las acusó de realizar exhibiciones ostentosas de propiedad de los perros y descuidar su labor de madres al cuidado de los bebés.

En torno a 1910 ya se habían instaurado muchas de las prácticas de crianza canina que aún hoy persisten. Las galletas para la alimentación de perros adultos llevaban dos décadas plenamente aceptadas. Eran tortas de harina, remolacha y carne fabricadas por el empresario James Spratt y popularizadas por la buena labor comercial de su empleado Charles Cruft. Pero la crianza de los cachorros lactantes seguía siendo problemática. Tradicionalmente, en la alimentación de los cachorros, los criadores tenían una hembra nodriza, perra sin valor comercial, a la que se le sacrificaban los cachorros cuando la perra de calidad tenía una camada muy grande, para que amamantase a los cachorros con valor comercial. Aquella práctica repugnaba a las mujeres, que mantenían una relación afectiva profunda con sus perros. Quienes primero se percataron del importante papel que la mujer iba a jugar en la crianza de perros, tanto de exposición como de mascota familiar, fueron los fabricantes de alimentos infantiles. Los fabricantes de alimentos lácteos, comercializados con el objetivo de garantizar las condiciones nutricionales ideales para los bebés, pensaron que bien podían aplicarse a la creciente industria canina. En 1907 salió al mercado inglés la primera leche maternizada para cachorros, obra George Cadbury, un fabricante de chocolates y leche malteada para bebés. Para 1910 también estaban ya en el mercado las leches malteadas para cachorros de Spratt y Cruft.

Feminismo y Cinofilia. La mujer como motor del mundo (III)

LAS MUJERES TOMAN LA INICIATIVA

Las primeras mujeres que acudían con sus perros a las exposiciones caninas, en la última década del siglo XIX, eran víctimas del carácter misógino que imperaba en el Kennel Club, una institución de marcado carácter masculino, cuyos estatutos impedían a las mujeres participar con plenos derechos. Aquellas pioneras consideraban al perro como un bien más preciado que un mero objeto para ganar dinero o realizar apuestas. Su postura reformista era coincidente con los principios ideológicos de los grupos que luchaban......

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