Buen perro de compañía, aunque conserva todos sus instintos de caza, lo único que se le puede reprochar es que tiene cierta tendencia a ladrar.
Hasta 1964 fue considerado como una de las dos variedades de Norwich terrier pues la única diferencia entre ellos estaba en las orejas: erectas (Norwich) o colgantes (Norfolk). La separación entre ambos comenzó a fraguarse en la década de 1930. Los criadores se dieron cuenta de que cruzando un Norwich de orejas erectas con otro de orejas colgantes se obtenía un perro de orejas intermedias que no resultaba atractivo por lo que decidieron no volver a mezclarlos entre sí.
La Segunda Guerra Mundial estuvo a punto de hacer desaparecer a la variedad de orejas colgantes pero consiguió sobrevivir y recuperarse gracias al trabajo de los aficionados aunque siguió siendo menos popular que su hermano de orejas erectas. Pero sólo hasta 1957, año en el que los criadores resolvieron que deberían ser tratados como dos razas distintas de tal manera que en las exposiciones no se enfrentasen el uno al otro. Para muchos, las diferencias no sólo estribaban en las orejas sino también en el carácter y, quienes afirmaban que el tipo de orejas caídas se había fijado antes que el de orejas erectas recurrieron a un cuadro pintado por T. G. Hepper en 1857 los Norfolk actuales.