El Skye más famoso fue un macho llamado «Greyfriars Bobby» que, gracias a la lealtad en uno de los símbolos de Edimburgo. Cuando su dueño falleció en 1858 fue sepultado en el cementerio de la iglesia de Greyfriars donde, pegado a su tumba, permaneció «Greyfriars Bobby» durante los catorce años siguientes.
|
 |
Los vecinos, conmovidos, le alimentaron y construyeron un refugio para él hasta que falleció en 1872 y fue enterrado junto a su amo.
La baronesa Angela Georgina Burdett-Coutts, conocedora de la historia de este perro, encargó al artista local William Brody una escultura que fue emplazada en 1873 frente a la iglesia de Greyfriars y que aún hoy puede admirarse.
La primera gran exposición canina celebrada en Birmingham en 1860 contó con la participación de esta raza y en 1876 se fundaba su propio club. El estándar señala que el pelo del Skye debe ser duro pero, en los últimos años, cada vez se está haciendo más suave por razones estéticas. En las exposiciones se admiten tanto las orejas erectas como las caídas, si bien se prefieren las primeras pues son las que le han dado fama a este perro. Algo caprichoso, es afectuoso y juguetón aunque un poco más serio que otros Terriers. Requiere mucha atención para estar alegre y es fundamental que se le acostumbre a relacionarse con las personas desde pequeño o, en la edad adulta, será demasiado desconfiado con los desconocidos.