El Galgo Afgano es un perro que goza de una antigüedad que se pierde en la memoria de los hombres. También conocido como Afghan Hound o Affie, este perro ha sido destinado desde sus orígenes a la caza a la carrera de mamíferos que pueblan los entornos accidentados de su país. Ni siquiera en la actualidad, en la sociedad de la globalización y del conocimiento global, podemos encontrar una teoría asentada que arroje luz sobre la forma en la que esta preciosa raza comenzó a cazar para el hombre.
Una de estas teorías la obtenemos de la tradición oral de este pueblo del próximo oriente, que habla que el Lebrel Afgano fue el cánido elegido por Noé para representar a su especie y eludir el diluvio. También se ha señalado que a finales del siglo X, los perros de esta raza que poseía el gobernador turco le salvaron de una emboscada urdida por sus enemigos de La India, que fueron atacados por estos valerosos Galgos Afganos. Cuando este gobernador llegó a convertirse en Sultán, declaró sagrada esta raza.
También suena con insistencia la tesis que ve en la vecina Persia el origen de este perro, más concretamente en la expansión de los perros de esta tierra, con el Saluki a la cabeza. El entorno montañoso y más hostil sería el causante del desarrollo de un manto de pelo más largo que protegiese al Afgano de las inclemencias del clima de las montañas de este país, aunque hay quien señala que el cruce con alguna raza de pelo largo, quizá de tipo spitz, es el responsable de esta variación morfológica.